Culto Selecto
Tres golpes le doy a la puerta del templo
me dejan entrar porque llevo el atuendo
me hacen pasar porque vivo las reglas
del culto que lleva las riendas del pueblo
la magia secreta para los selectos
el halo sagrado que brilla por mi.
Entro en el asunto con ansias de verme
parado en el centro del antro principal
observado en mi perfección del rito
traído al altar a preparar el tiempo
en que una de ellas se sacrifique
y se cumplan las costumbres.
Los cánticos se llevan mis oídos
el ritmo se roba mis pies
las luces toman mis manos
y me pierdo en el ruido más visible
más perfecto, crónico y puro
para dar los pasos que se esperan dar.
Sigo sin respuesta y desespero
vine para esto y nada más
dónde está mi premio por lo sometido
dónde está mi recompensa por el diezmo
que doy con gusto al culto generoso.
¿Dónde está mi sacrificio?
Aquí llega con la túnica laxa
el satén traslúcido de la lascivia
sabe que debe someterse a las reglas
que guían cada paso de los iniciados
en el arte de rugir a una deidad
que es tal por ser para unos pocos.
La saco del templo, la llevo a mi altar
le saco la túnica con delicadeza
le pido que sepa lo que el rito reza
y que se de cuenta de mi humilde esfuerzo
por llevar la vida de culto a su esplendor
por vivir pendiente de ser lo que debo
para llegar a ser lo que se espera
y dejar que lluevan sacrificios en mi.
Amaro Eftimio
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