miércoles, mayo 30, 2007

El turista nocturno






H vive en el tercer piso de un hotel. No sale de día, no come el desayuno y no deja que le hagan la cama. Es un turista. No es de acá. Vino a esperar la muerte, nada más.



Hace tres años le diagnosticaron dos tumores. Tiene cáncer de pulmon y de próstata. Odia al médico que le recetó bicicleta para el dolor de espalda, y se va a llevar ese rencor a la urna, pero no recuerda quién le dió el primer pucho, para odiarlo también.



Sale de noche. A las 3. Camina una hora y vuelve. Nunca elije el mismo camino, pero siempre llega al mismo lugar. La casa de su primera novia.



Cómo la encontró el detective, no tiene idea. A esta altura de la enfermedad, ya ni le importa.



Nueva Dehli es tranquila a las 3 am. No se mueve un alma, todas duermen. Los indios son gente trabajadora, parece. Salvo un par de locos y los borrachos de siempre, todos juntan fuerzas para arrancar otro día pesado bien temprano.



H disfruta la soledad. Se va acostumbrando a la muerte así.



Un día sale ella. No lo reconoce, por supuesto. Desde aquel viaje a Argentina ya pasó toda una vida. Pero le da miedo el turista que merodea la casa todos los días a la misma hora.



Hace dos meses que ella no duerme. Casi desde que H tiene el diagnóstico: 2 meses de vida. Hoy. El día que ella sale a echarlo del patio.


H se va. No le dice nada. ¿Para qué? Está casi muerto. Ahora sólo le queda tirarse en la cama del hotel y esperar.